Las Domus tenían su propio baño con unas fosas cubiertas con
una placa con agujeros e incluso agua corriente. Las letrinas solían estar
cerca de la cocina y así el agua sobrante de fregar desaguaba la letrina y
sacaba los desperdicios a la calle llegando a la red de alcantarillado.
Los romanos también contaban con letrinas públicas o Foricae. Eran salas cuadradas o
rectangulares con un banco adosado a la pared con orificios.
En el suelo tenían unos canalillos inclinados para que el
agua corriera de manera constante y también contaban con papel higiénico que
consistía en esponjas marinas insertadas en mangos de madera con las que se
lavaban.
Era común mandar a sentarse a los esclavos en las letrinas
para que la piedra estuviese caliente para el amo.
Estas letrinas eran utilizadas como espacio de encuentro
donde charlar y ponerse al día de todas la noticias que acaecían en la ciudad.
Se cuidaba muchísimo la limpieza de las instalaciones por lo
que se abonaba por su uso una cantidad de dinero destinada a su mantenimiento.
Letrina de una domus |
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