domingo, 8 de febrero de 2015

Balneae

Los baños públicos eran fundamentales en la vida cotidiana y social de los romanos. Desde los últimos tiempos de la República la visita a las termas se convirtió en un hábito diario para muchos ciudadanos. Los grandes edificios públicos romanos destinados a los baños, llamados thermae (del griego θερμός thermos, "calor") o balneae (del griego lugar para bañarse, desempeñaban también una función social como centros de esparcimiento y reunión; no sólo tenían instalaciones para el baño, sino también bibliotecas, salas donde reunirse y charlar y jardines para pasear. Era corriente pasar varias horas allí. Costituían un lugar ideal para encontrarse con amigos y conocidos, celebrar entrevistas de negocios, quedar con el anfitrión antes de una cena, o incluso conseguir una invitación para comer. El cordobés Séneca, que tuvo que vivir durante un tiempo encima de una de ellas, nos cuenta en una de sus cartas a Lucilio las duras pruebas a que fue sometida su devoción estoica. Dice así: «Perezca yo si el silencio le es tan necesario como parece a quien se ha retirado para consagrarse al estudio. Mira, por doquier un clamor vario suena a mi alrededor: vivo encima de unos baños. Ahora imagínate todo género de sonidos que pueden llevar odio a tus oídos: cuando los más fuertes se ejercitan y agitan sus manos graves por el plomo, cuando se fatigan o imitan al fatigado, oigo sus gemidos; cuantas veces despiden el aliento que hayan retenido, oigo sus silbidos y estridentes respiraciones; cuando se incide sobre alguien que está tumbado y contento con esa fricción propia de los plebeyos, oigo el chasquido de la mano que choca con sus hombros, y según llegue plana o cóncava, así cambia el sonido. Si, además, llega el jugador de pelota y comienza a contar las bolas, es el acabóse. Añade ahora al camorrista, al ladrón sorprendido, a aquel al que le encanta su voz en el baño; añade a los que saltan a la piscina causando enorme estruendo con su zambullida. Aparte esos cuyas voces, si no otra cosa, son normales, piensa en el depilador, que, de vez en cuando, emite una voz aguda y estridente para hacerse más notorio, y no calla nunca salvo cuando depila los sobacos y fuerza al otro a gritar por él; y, ahora, en las variopintas frases del vendedor de bebidas, en el de embutidos, en el de pasteles, y en todos los comerciantes de las tabernas que venden la mercancía con una modulación propia y característica… Pero yo ya me he endurecido ante todo eso… fuerzo a mi ánimo a centrarse en sí mismo y a no desviarse hacia lo externo; se permite que fuera todo resuene, con tal que dentro no haya nada de tumulto… Pues ¿en qué beneficia el silencio de todo un barrio si las pasiones braman?… La tranquilidad verdadera es aquella en la que una mente buena se expande.» 

Historia de las Termas 
El baño formaba una parte muy importante del ritual de los gimnasios griegos. Estos centros brindaban un contexto social donde hacer ejercicio y practicar el baño comunal, y ejercieron una influencia decisiva en la ulterior evolución de los baños. 

Baños en un gimnasio griego
En Roma en un principio estos recintos dedicados a la higiene corporal  eran pequeños balnearios diseñados principalmente para el disfrute vecinal; había muchos y podía encontrarse uno cada pocas casas. La popularidad que alcanzaron fue lo que impulsó a Agripa en el 25 d.C. a construir una colosal casa de baños en una zona céntrica de Roma
Nerón construyó unas termas en el campo de Marte: Termas de Nerón, las cuales se encuentran prácticamante desaparecidas. Las primeras termas de carácter monumental son las que inició Domiciano e inauguró Trajano, las Termas de Trajano, pero fueron ampliamente superadas por las de Caracalla, cuya inauguración tuvo lugar el año 216.
El uso de las termas se generalizó en el mundo romano a partir del siglo I a. C., cuando se descubrió un sistema que permitía calentar y distribuir el aire caliente gracias al ingeniero Cayo Sergio Orata. Su uso fue difundido por el Imperio romano a toda Europa.

Termas de Trajano (reconstrucción)


Termas romanas de Bath, Inglaterra

Principales espacios de las termas
La Palestra: espacio al aire libre rodeado por un pórtico para practicar los ejercicios físicos y gimnásticos. Solía tener también una piscina de agua fría, llamada natatio para después del ejercicio y antes de los baños termales.
El Apodyterium: vestíbulo con bancos de piedra y fornículos, taquillas donde dejaban la ropa, los ungüentos y los estrígilos bajo la vigilancia de los esclavos.
El Frigidarium: sala reservada al baño frío con un alveus, especie de bañera con unos pequeños escalones que servían tanto de acceso como de asiento.
El Tepidarium: sala que tenía una temperatura tibia, utilizada normalmente para masajes y zona de paso a la parte caliente.
El Caldarium: sala del baño caliente con un ábside en un lateral; tenía una piscina caliente para el baño, alveus, y una fuente circular de agua fría para refrescarse, labrum.
El Praefurnium: horno para calentar el agua, las paredes y el suelo del tepidarium y caldarium; solía haber varios en cada terma.
El Hypocaustum: construcción de pilares o arcos que sostenían el pavimento, creando un hueco que permitía la circulación del aire caliente desde los hornos manteniendo caliente el agua y las paredes y el suelo del caldarium y del tepidarium.
El Laconicum: habitación para baños de vapor parecida a nuestra sauna
Las Latrinae: aseos públicos donde podían sentarse varias personas a la vez.





El sistema de calefacción: el hipocaustum
El término hipocausto viene de la unión de dos palabras griegas, “hipo”=”por debajo de” y “causto”=”quemado”, por lo que nos podemos ir haciendo una idea de en que se basa el invento.

Generalmente  se atribuye a los romanos la invención de los baños de vapor y del hipocausto. Según la tradición popular , recogida por Plinio el Viejo, Sergio Orata, un empresario romano de principios del S. I a.C. , inventó este sistema a partir del utilizado para calentar los bancos de ostras de la Bahía de Nápoles. Sin embargp según los indicios arqueológicos los auténticos hipocaustos son anteriores, ya que se han encontrado en la Termas Stabianas de Pompeya de finales del  s. II a.C.  y de los baños griegos de  Olimpia  de entporno al 100 a.C.

Éste sistema de calefacción  esta constituido por un horno (praefurnium) de carbón vegetal o leña, cuyos gases de combustión calientan un espacio (hypocaustum) comprendido entre el suelo verdadero y un falso suelo (suspensura), que viene a tener una altura de unos 50 a 80 cm., sostenido por columnitas (pilae) de ladrillos cuadrados o circulares, o por pequeños arquillos.



 

Este hypocaustum estaba frecuentemente conectado con pequeñas cámaras huecas en las paredes de las habitaciones conseguidas mediante ladrillos planos fijados con pernos a las paredes (tegulae mammatae) o bien por tubos cerámicos (tubuli), lo cual permitía un cierto caldeamiento general de las paredes que contribuía al mejor aislamiento térmico de las estancias y evitaba a la vez problemas de condensación de los vapores producidos por el agua caliente de las piscinas, con el consiguiente deterioro de los estucos o pinturas en su caso.
El diferente grado de temperatura que se debía alcanzar en las habitaciones se conseguía, en la mayoría de los casos, mediante la disposición del praefurnium más cerca o más lejos de unas u otras.
El agua era calentada en calderas que se situaban sobre el praefurnium y luego era distribuida mediante tubos a las diversas estancias según el grado de calentamiento requerido. El agua en el caldarium estaba a unos 40º C.
Las instalaciones se completaban mediante una red de canales de diversa entidad, según su cometido, que servía a la acometida y evacuación de aguas residuales.
La orientación de los baños permitía que el sol de la tarde creara un "efecto invernadero" dentro de las salas caldeadas. Para facilitarlo estasa salas tenían ventanas relativamente grandes y hay indicios que sugieren la existencia de doble acrsitalamiento para aumentar ala máximo este efecto.




 
Sandalias de madera para andar sobre el suelo caliente.

Las Termas de Caracalla
Inicidas el 212 por Septimio Severo e inauguradas cuatro años después por su hijo Carcalla, fueron las más suntuosas de las que se construyeron en Roma . Tenían una superficie de 130.000 m2 y un aforo de hasta 1.600 personas.



Ritual de baño
El recorrido completo de un usuario de las termas debía comprender primero algunos ejercicios físicos, pasando inmediatamente a un baño a temperatura ambiente en una sala especialmente habilitada para ello (frigidarium). Luego, y tras la estancia en una sala templada —que podía tener baño o no— para aclimatar el cuerpo (tepidarium), se pasaba a la habitación con temperatura más alta (caldarium), que contaba siempre con, al menos, una pequeña piscina de agua caliente, para finalizar con la entrada en la sauna (sudatio, laconicum), si es que ésta existía.

El ciclo se completaba repitiendo estas operaciones en sentido inverso: caldarium, tepidarium, frigidarium, para pasar inmediatamente a los vestuarios (apodyteria). Naturalmente, existían termas en las que estas habitaciones estaban repetidas para completar el ciclo y otras más modestas en las que simplemente se debía pasar de nuevo por las mismas salas.



Reconstrucción de un ritual de baño en las termas de Sant Boi de Llobregat 



El bikini de las romanas
Los mosaicos aparecidos en la Villa de Cassale, Sicilia, una villa tardo-romana del s.IV cuyos restos se sitúan en la localidad siciliana de Piazza Armerina, son un magnífico ejemplo de este temprano uso del bikini. Estos maravillosos mosaicos nos muestran a unas diez chicas, probablemente patricias atletas, que ya usaban esta prenda de dos piezas. Se trata de conocidas pugilistas de la época, en bikini, ejercitándose.



Para más información sobre las termas y conocer los restos de termas romanos que conservamos en Aragón visitar el siguiente enlace:
http://www.catedu.es/aragonromano/termas.htm 


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