miércoles, 15 de febrero de 2017

La Odisea en canciones

Os presentamos una serie de canciones relacionadas con la Odisea.

Penélope de Joan Manuel Serrat.



En esta canción de Joan Manuel Serrat, "Penélope", recrea el mito de Penélope en versión moderna y escoge una estación de tren como escenario. La protagonista de esta poesía detiene su vida en el momento de la despedida de su amado y domingo a domingo va a esperarlo, sentada en el mismo banco del mismo andén y con la misma melancolía.
El cantautor establece un símil entre la tejedora real del mito, y la tejedora de sueños de la canción. Al final, el amante regresa, pero Penélope, que permaneció anclada en la imagen del pasado, no lo reconoce, y le dice que no es él a quién ella espera.  

En el muelle de San Blas de Maná
La situación de la mujer de la canción es igual a la Penélope, se queda sola, porque su amante la deja, y le jura que volverá. En este caso, él la despide en el puerto, y ella se queda allí esperándole eternamente, con el mismo vestido. Envejece, se vuelve loca, pero permanece en el puerto sin moverse, con esperanzas de que vuelva. Podríamos establecer un símil entre, los cangrejos, en la canción, y los pretendientes, en el mito, que le arrebatan su ilusión.


Viaje a Ítaca de Joan Manuel Serrat, basada en el poema Ítaca del poeta griego Kavafis.


 La misma canción en la versión de LLuís LLach (en catalán)


 Ahora la versión en griego cantada por Aléxandros Hatzis.


Para la letra en greigo y su traducción, id a la entrada de este blog:
Como Ulises de Javier Krahe. 
En este poema musicado de Javier Krahe, se cuenta de una forma amena y divertida el mito de Ulises. Primero, el poeta se compara con el personaje del mito y se dispone a contar su historia. Cuenta las aventuras amorosas de Ulises con la Maga, las Sirenas, su encuentro con el cíclope Polifemo, etc. Cuando el héroe llega a Ítaca Penélope está casada con otro pretendiente, que se ha hecho ya cargo de Telémaco. Ulises ya no es nada en su vida. 


Letra de la canción:



No sé cual es más bella,
si
la mar, la vela o la estrella,
y
las tengo al navegar,
las tengo al navegar,
las tengo al navegar,
la estrella, la vela y la mar.

Yo, como Ulises, he sido
de Penélope el marido,
y me alejé de esa joya
por unirme a Agamenón,
que iba a la guerra de Troya,
me pedía el cuerpo acción.

Y tuve acción, tuve guerra,
ríos de sangre por tierra,
y, entre hecatombes y vino,
Aquiles, casi divino.
Y el mejor de mis engaños:
un caballo de madera.
Y Aquiles que desepera
y muere. Fueron diez años.

Y me volví para casa,
pues de Itaca el rumbo,
y ya sabéis lo que pasa,
dando un tumbo y otro tumbo.
Y, ¿qué queréis que uno haga?
Si al primer tumbo me tumbo
en el lecho de una maga?

Baste deciros que tanto
de Calipso fue el encanto
que me acosté en aquel lecho
un par de años, quizá tres,
y siempre esta desecho.
Pero el tiempo es como es.

Y rompe el encanto un día.
Y sigues tu travesía,
resistes a duras penas
cánticos de las sirenas,
y visitas el infierno
donde Aquiles y tu madre,
aunque Cerbero les ladre,
tienen frío y es eterno.

Y otra vez de vuelta a casa,
otra vez de Itaca al rumbo,
y ya sabéis lo que pasa:
doy un tumbo y otro tumbo
y, otra vez mi suerte aciaga,
y, esta vez casi sucumbo
en el lecho de otra maga.

Circe de turbio recuerdo
me quería para cerdo.
Lo fueron mis camaradas,
a mí me salvó algún dios.
Y le afeé sus cerdadas:
que te zurzan, Circe, adiós.

Y, al mar, me dicta mi instinto,
al mar, que es un laberinto.
Y sopla un viento contrario
y doy con un sanguinario
cíclope vil, Polifemo.

Aunque me tuvo a su antojo
era un borracho y un memo.
Le clavé un palo en el ojo.

Nadie, gritaba, me ciega,
Nadie, gritaba acusica.
Con Poseidón no se juega
y naufrago hacia Nausicaa,
linda princesa feacia,
a quién traté en plan colega
con extrema diplomacia.

Y me alojé en el palacio
de su padre, el rey feacio,
y me contaron mi historia
sin saber que yo era yo,
y en un momento de euforia
mi gloria me descubrió:

Señores, sí, soy Ulises,
vuelvo de muchos países,
debo seguir navegando,
Itaca me está esperando.
Me ofrecieron un navío
y remeros, los mejores.
Y zarpé hacia mis amores,
mi Penélope y el crío.

Itaca al fin, veinte años,
Itaca al fin, no son nada,
unos cuantos desengaños
y es el mar agua pasada.
Me disfracé de mendigo:
vi a Penélope casada
con un antiguo enemigo.

Ahora soy un ex marido
u en ex padre, y he sabido
que guardó un tiempo mi ausencia
bordando que era un primor,
que se agotó su paciencia,
que rompió su bastidor.

En uno de sus repentes
y a uno de los pretendientes
parece ser que le dijo:
padre serás de mi hijo
y tendremos otros varios,
Ulises, si es que regresa,
se llevará un sorpresa,
me lo dictan mis ovarios.

Y ahora, perdido mi rumbo,
ahora voy adonde sea,
un tumbo doy y otro tumbo
y prosigo mi odisea
en otras tristes canciones.
Sólo Hermes y Atenea
comparten mis libaciones.

No sé cual es más bella,
si
la mar, la vela o la estrella,
y
las tengo al navegar,
las tengo al navegar,
las tengo al navegar,
la estrella, la vela y la mar.

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